Perú es el principal país exportador de aletas de tiburón en Latinoamérica en un negocio cuyo principal comprador es China. Un plato de sopa de aleta de tiburón en el país asiático puede costar hasta 200 dólares. Consumirlo es una muestra de prestigio.
Publicado en Mongabay Latam por Ivette Sierra Praeli.
Es un experto para reconocer aletas de tiburón. Las identifica por el color, la forma y otras características que pueden tener cada especie de estos escualos. Sebastián Hernández es un biólogo marino que ha pasado años conociendo más de estas especies desde que por primera vez vio en su país, Chile, un saco con aletas de tiburón, un manjar en países asiáticos como China, donde un plato de sopa con este producto puede costar hasta 200 dólares.
Estos exquisitos gustos culinarios se han convertido en un problema para la supervivencia de varias especies de tiburones, como el tiburón martillo o el tiburón zorro, cuya captura tiene restricciones, pero aun así se explota sin ningún reparo.
En Perú la exportación de aletas de tiburón no está prohibida, por tanto, se ha convertido en la ruta de salida de países como Ecuador, donde ya no se permite su venta al exterior. El problema es que dentro de las cargas de aletas de especies autorizadas que atraviesan la frontera del norte se camuflan también las que provienen de tiburones en veda o con restricciones de comercialización.
Para enfrentar este comercio ilegal en Perú, Sebastián enseña a los responsables de fiscalizar el comercio internacional de aletas de tiburón cómo reconocer cuando se trata de una especie cuya captura está restringida o prohibida.
En esta conversación, Hernández cuenta cómo está creciendo este lucrativo negocio y los esfuerzos que se hacen para frenarlo.
Entrevista de Mongabay a Sebastián Hernández
¿Qué tan grande es el negocio de aletas de tiburón?
Las pesquerías de aletas de tiburón han aumentado drásticamente en las últimas tres décadas, principalmente, por su alto precio en el comercio internacional. El kilo de aletas puede costar 10, 20 o hasta 30 veces más que el precio por kilo del resto del cuerpo del animal. Esto se debe a la alta demanda que tienen en el mercado asiático, sobre todo en China.
¿Para qué se exportan?
Las aletas de tiburón se exportan principalmente a Hong Kong, para hacer una sopa que se sirve en banquetes y en restaurantes como una demostración de prestigio. Es un producto muy lujoso que tiene un alto precio. Un plato de sopa de aleta de tiburón puede costar entre 100 y 200 dólares. Debido a esta demanda, países como Perú las están exportando en grandes cantidades. Desde el año 2014 aumentaron los niveles de exportación de Perú a China. Además, se importan desde Ecuador, en niveles altos, y una vez que ingresan a Perú, salen al mercado asiático como si fueran peruanas.
¿Por qué es tan caro un plato de sopa de aleta de tiburón?
En realidad, es un símbolo de prestigio que viene desde la época de las dinastías en China, donde la gente que podía acceder a ese tipo de productos lo utilizaba como un alimento saludable, en eventos en los que se firmaban acuerdos entre dinastías o entre grupos de la alta sociedad China. Luego, en las décadas de 1970 y 1980, la economía del país asiático, y en especial de Hong Kong, mejoró tanto que las familias pobres pasaron a ser de clase media, entonces, lograron acceder a estos lujos que, antes, solo las familias de la clase alta podían tener. Se convirtió en un producto muy bien visto que, por ejemplo, se servía en los matrimonios. La gente veía muy bien a esas familias que podían acceder a ese tipo de lujos, al punto que decían: ‘si ustedes no tienen una sopa de aletas de tiburón en su matrimonio, yo no iré a la boda’.
¿Perú es un país exportador?
Es el principal exportador en Latinoamérica y probablemente está entre los cuatro más importantes del mundo. Por eso estamos trabajando con el gobierno peruano y con las instituciones involucradas en la cadena de custodia de este comercio para lograr que quienes formen parte del proceso puedan identificar morfológicamente una especie que no se puede comercializar.
¿Cuántas especies de tiburones están reguladas por el comercio internacional en Perú?
Tenemos más de seis especies, si solo hablamos de tiburones, pero si incluimos las mantarrayas y las móbulas tendríamos más de 15 especies dentro de ese grupo.
¿Cómo se regula el comercio internacional de las aletas de tiburón?
Debido a la fuerte presión en el comercio de aletas de tiburón y a la preocupación mundial para regular este mercado se empezaron a prohibir aquellas especies cuyo comercio internacional puede ser perjudicial para la supervivencia de sus poblaciones. Varios países empezaron a incluirlas dentro de distintos apéndices de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES). Así fue que, desde el 2013, en la COP (Conferencia Internacional sobre Cambio Climático) de Bangkok, en Tailandia, se incluyeron en el Apéndice II de CITES tres especies de tiburones martillo, el tiburón oceánico de puntas blancas y varias especies de mantarrayas. Y estar en ese apéndice significa que un país que exporta una de estas especies necesita tener ciertas directrices para saber si su comercio internacional perjudicará la supervivencia, para finalmente decidir si la exporta o no.
¿Qué decisión se tomó en Perú?
Para el caso del tiburón martillo se decidió exportar con ciertas condiciones. Vale decir que cierta cantidad de aletas y de troncos pueden ser exportados al comercio internacional, para eso existen cuotas que tienen que respetarse con el fin de mantener la especie. En el año 2016, en la COP de Johannesburgo, en Sudáfrica, se incluyeron tres especies de tiburones zorros, también el tiburón sedoso, el tiburón gris y varias especies de móbulas en el Apéndice II de CITES. En Perú aún se están discutiendo los resultados del dictamen y mientras no se defina oficialmente cómo se procederá, no se puede exportar ninguna de esas especies al mercado internacional.
El comercio ilegal llega del norte
¿Qué tan preparado está Perú para fiscalizar el comercio ilegal de aletas de tiburón?
Acá en Perú venimos trabajando desde el año 2014 y en términos de fiscalización se han dado buenos resultados. Hubo un decomiso en Chimbote, en el que participé. Se trataba de importación ilegal de aletas de tiburón provenientes de Ecuador.
¿Qué se está haciendo para enfrentar el problema?
Debido a la gran preocupación internacional de organizaciones no gubernamentales, como Oceana, sobre el aumento drástico en la demanda de aletas de tiburón, se empezó un fuerte trabajo de difusión para concientizar a las poblaciones, específicamente en China. Uno de los comerciales que más impactó se hizo con Yao Ming, jugador de baloncesto en la NBA. En la publicidad se ve al deportista que rechaza la sopa de aletas de tiburón mientras una pantalla muestra cómo muere un tiburón gato, con las aletas cortadas, desangrándose, tratando de respirar. Esto dio tan buenos resultados que el consumo se redujo, pero aún existe una demanda alta de estos productos.
Se trata de una práctica terrible…
Es terrible y, lamentablemente, mucha gente la desconoce. Las poblaciones de tiburones están disminuyendo, están siendo explotadas de una manera indiscriminada. Estamos destruyendo nuestros ecosistemas. Es súper frustrante y, probablemente, los hijos de tus hijos en el futuro van a jugar con tiburones de plástico, así como nosotros jugamos con dinosaurios, porque ya estarán extintos. No vamos a dejarle nada a las generaciones futuras.
¿Es tan grande el peligro para los tiburones que en unos años podríamos estar hablando de extinción?
Si seguimos así, a ese nivel de presión pesquera, es probable que en 30 o 50 años ya no lleguen hembras de tiburón martillo a parir en las costas de Perú, donde se encuentra la principal área de crianza de esta especie. Existen ejemplos de colapso de la biomasa reproductiva en Australia, por ejemplo. Hemos llegado a un nivel de sobre explotación que afecta a las poblaciones y las hace caer drásticamente.
¿Cuál es el trabajo específico que se está haciendo en Perú?
Dictamos talleres para capacitar al personal de las distintas instituciones involucradas en la cadena de custodia y también al personal del Poder Judicial, por ejemplo. Es importante trabajar con esas instituciones para llevar estos casos a la corte y enfrentar el comercio ilegal que llega desde Ecuador.
¿Qué tan difícil es reconocer a qué especie corresponde una aleta de tiburón?
Tiende a ser difícil en un principio porque las especies tienen características muy similares entre ellas. Es complicado el proceso de fiscalización porque tienes que identificar los tipos de aleta –dorsal, pectoral o caudal– y también reconocer la especie. Con Oceana estamos elaborando una guía que pueda ser utilizada por las autoridades peruanas para identificar una especie incluida en el apéndice II de CITES que no puede ser comercializada. Además, estamos trabajando en un software para que los fiscalizadores lo tengan en sus celulares y con solo tomar una foto determinen de qué especie se trata.
¿Cómo funciona este software?
Lo estoy desarrollando con un supervisor mexicano que trabaja principalmente en análisis de imágenes con ciertos algoritmos para identificar, por ejemplo, si un cáncer es maligno o benigno, solamente a través del uso de una fotografía. Estamos utilizando exactamente los mismos algoritmos para desarrollar filtros para cada tipo de aleta y para cada tipo de especie.
La experiencia de criar tiburones
¿Cómo terminó involucrado en el mundo de las aletas de tiburón?
Un día fui al puerto de Coquimbo, donde estudiaba, y vi esas grandes naves españolas desembarcando troncos de tiburones y después bajaban una gran cantidad de sacos. Empecé a averiguar y me di cuenta de que eran aletas que llegaban separadas de los troncos. Conversé con el comerciante que los recibía y le pedí conocer el lugar donde secaba las aletas. Cuando me llevó, quedé sorprendido y empecé a sacar muestras para estudiar la composición de las especies que había en ese secadero. Luego me especialicé en identificar todas las especies involucradas en el comercio de aletas de tiburón.
¿Cuánto tiempo le tomó aprender a reconocer las especies?
Todavía sigo en eso, identificando y encontrando características importantes entre especies similares. Uno nunca para de aprender.
¿Cuál fue su primera experiencia con un tiburón?
La primera vez que estuve junto a un tiburón fue en Chile, cuando empecé a trabajar con el tiburón pinta roja que acá conocen como tiburón moteado. Un amigo me trajo unas cápsulas que encontró en el agua flotando y eran huevos de mantarraya. Las llevé al laboratorio y ahí las mantuvimos hasta que nacieron las rayas. Luego encontramos otro tipo de cápsulas y terminamos criando tiburones durante tres años y después los liberábamos. Así empecé a trabajar con tiburones y me encantan.
¿Cuál es la peor experiencia que ha tenido con estos animales?
Una de las cosas que más me impacta es lo que veo en Centroamérica. Costa Rica, Panamá, Nicaragua, El Salvador, Guatemala y Honduras tienen las principales áreas de crianza de una de las especies de tiburón martillo y si vieras la cantidad de neonatos que se comercializan, incluso aletas de tiburones pequeñitos se están extrayendo sin manejo alguno. Me produce frustración que, como humanos, no tengamos el concepto de que si seguimos exterminando esas poblaciones de neonatos y juveniles no vamos a dejar nada para el futuro. No le damos el tiempo a la especie para que se recupere y obviamente la sobreexplotamos. El resultado será su extinción.
¿Qué le diría a la gente que tiene la imagen del tiburón agresivo, como lo muestran las películas?
Ese concepto es una estupidez. El problema es que la película Tiburón dejó una mala idea sobre estas especies. Lamentablemente no estamos entendiendo que la cosa es al revés, somos nosotros los que estamos depredando. No es como en la película, que sale un tiburón mirando desde abajo del mar hacia la superficie para ver si hay una persona nadando. Yo pondría a un humano mirando con la boca abierta hacia los recursos marinos.
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