junio 27, 2024
¿Qué sabemos de la acidificación oceánica?
BY: Oceana
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Los océanos son fundamentales para la supervivencia humana, producen gran parte del oxígeno que respiramos, absorben CO2 y las actividades en torno a estos generan sustento económico a más de 3,000 millones de personas a nivel global. Sin embargo, están experimentando transformaciones a causa de la acidificación de los océanos, lo cual está muy relacionado con la salud de nuestra atmósfera. ¿Cómo se genera esta conexión?
Se estima que aproximadamente el 30% de nuestras emisiones de dióxido de carbono son absorbidas por los océanos. La acidificación oceánica es una consecuencia de ello: este fenómeno hace referencia al cambio del medio marino hacia condiciones más ácidas debido al incremento de CO2 en la atmósfera. En otras palabras, cuando el dióxido de carbono es captado por las aguas oceánicas, se genera un compuesto ácido. Así, mientras las emisiones de CO2 en la atmósfera se eleven a un ritmo desproporcionado a través de la excesiva quema de combustibles fósiles o la quema irresponsable de bosques, por poner solo unos ejemplos, más intensa será la acidificación de los océanos.
Impactos de la acidificación oceánica
Al disolverse el CO2 en las aguas oceánicas y provocar la acidificación, ciertas especies tienen dificultad para construir sus caparazones, estructuras y esqueletos, que también son más propensos a deteriorarse y disolverse. Además, la acidificación del agua aumenta la capacidad de capturar los iones de cobre y esto tiene un efecto tóxico sobre los organismos, principalmente macroalgas.
Este cambio químico de las aguas también tiene una repercusión directa sobre algunos organismos marinos calcificadores como moluscos, cocolitóforos, foraminíferos y pterópodos, especies cuyas cubiertas o conchas se debilitan por la acidez del agua. Sin embargo, estos efectos pueden no estar limitados a especies individuales. Cuando surgen problemas como este, ocurre un efecto dominó que resulta en la pérdida de productividad. Es así como las personas que se dedican a la pesca y a los negocios relacionados con los alimentos de origen marino también podrían verse afectadas.
Por su parte, el turismo también se ve impactado por la pérdida de atractivos naturales deteriorados por la acidez oceánica. Cada año, viajeros de todo el mundo visitan destinos con arrecifes de coral, como Punta Sal en Tumbes, pero estos atractivos podrían verse afectados por las variaciones en la composición del agua.
Según la Comisión Oceanográfica Intergubernamental de la UNESCO, las poblaciones más vulnerables a la acidificación de los océanos se encuentran, en gran medida, en países en desarrollo o en pequeños Estados insulares (limitados totalmente a una isla o a un grupo de islas), donde sus habitantes encuentran en el pescado y en otros recursos marinos la fuente más importante de proteínas.
Iniciativas de mitigación
La comunidad científica internacional ha confirmado que la principal solución a la acidificación de los océanos es la reducción de la emisión de CO2 a la atmósfera. Con frecuencia se menciona como posible acción de mitigación la correcta gestión de los ecosistemas marinos, teniendo en cuenta información actualizada sobre el cambio climático. De esta manera, la planificación e implementación de iniciativas involucra al sector público, al sector privado y a la sociedad civil.
Resulta importante que los Estados incluyan el tema de la acidificación de los océanos como parte de sus obligaciones para combatir el cambio climático, ya que este fenómeno no solo abarca las alteraciones térmicas de los ecosistemas, sino también químicas. Solo así movilizarían recursos humanos y tecnológicos con el fin de salvaguardar la gran diversidad de especies y arrecifes coralinos a nivel global.
En ese sentido, la observación biológica, tanto de los ecosistemas marinos como de las especies que se ven afectadas, es un método que debe aplicarse con mayor énfasis para darle seguimiento a la evolución de la acidificación oceánica. Enriquecer los pronósticos de vulnerabilidad es crucial para proteger la vida marina a nivel global. Asimismo, impulsar acciones de mitigación paralelas como la protección, restauración y extensión de los ecosistemas de carbono azul como los manglares, las marismas y praderas marinas. Todo ello sin olvidar, por supuesto, que la acidificación de los océanos es consecuencia del incremento desmedido de las emisiones de CO2 en el planeta. Resulta crucial atacar el problema de raíz.
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