Salas y Gómez: Proteger las profundidades del mar para reflotar la vida - Oceana Peru
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noviembre 29, 2019

Salas y Gómez: Proteger las profundidades del mar para reflotar la vida

Foto bajo la superfice marina en la isla Salas y Gomez
Eduardo Sorensen

Una pequeña isla de 2 millones de años está ayudando a recuperar la abundancia marina en el Pacífico, a más de 3500 km de la costa de Chile. Una expedición realizada por Oceana y National Geographic fue vital para su declaración como parque marino en 2010. Matthias Gorny, director científico de Oceana Chile, nos detalla más sobre el mundo escondido alrededor de esta porción de tierra inhabitada.

 

Salas y Gómez es una isla desierta habitada por aves marinas y rodeada por tiburones. Vestigio de un antiguo volcán, su pequeño tamaño, su longitud no llega a las 10 cuadras, y su remota ubicación, separada de la costa de Chile por más de 3500 km, han permitido que permanezca inmune a la acción humana y sea un área de reproducción y crianza de la fauna marina. En contraste, su vecina más cercana, la Isla de Pascua (Rapa Nui), ubicada a 400 km, ha pagado las consecuencias de la sobrepesca.

“En Rapa Nui no encontramos peces en los primeros 50 metros bajo la superficie del mar, los tiburones y los otros grandes depredadores son muy escasos, posiblemente debido a la sobrepesca”, nos detalla Mattias Ghorny, director científico de Oceana Chile e integrante de la primera expedición a esta zona realizada en el 2010.

Peces como el tiburón blanco, crustáceos como las langostas y cigalas, antes abundantes, habían casi desaparecido de este turístico destino. Entrevistas con pescadores locales confirmaron no solo la pérdida de especies, sino también la disminución del tamaño de estas.

“Este fue el indicio: si falta el depredador tope algo anda mal. Por eso fuimos a Salas y Gómez, ahí si había muchos tiburones (como el tiburón de Galápagos) y peces en general, eso muestra que el ecosistema está intacto, por lo que la diversidad de comunidades es mayor”, agrega Ghorny sobre esta primera incursión, realizada, contra viento y marea, poco después del terremoto y tsunami en Chile.

Al llegar a esta pequeña isla comprobaron por qué los Rapa Nui la bautizaron como Motu Motiro Hiva, o “islote del pájaro en el camino a Hiva” (Hiva es la tierra mítica original de los polinesios). Este pedazo de tierra es un refugio para las aves marinas, un área de nidificación y crianza de muchas especies que se encuentran en peligro como la fardela de Pascua.

Así también, la población de peces triplicaba a la de la Isla de Pascua, se registraron especies como el pez tipi tipi, característico de Rapa Nui, tiburones y corales de profundidad. Incluso se halló, por primera vez, algas a más de 100 metros de profundidad.

Apenas una cima

No todas las montañas están en tierra firme. La isla Salas y Gómez -al igual que isla de Pascua- es en realidad el pico que emerge de una larga cadena de montañas submarinas que se formó en el Pacífico Sur hace 30 millones de años. De hecho, el fondo marino del entorno es reconocido como uno de los últimos ambientes marinos con escasa intervención del ser humano y posee una alta tasa de endemismo, es decir, buena parte de las especies solo han sido registradas en este lugar.

La expedición fue tan exitosa, que Oceana y National Geographic presentaron una propuesta para la creación de un parque marino. El registro de imágenes en video y fotografías fue un contundente sustento para impulsar su protección, la cual abarcó 150 000 km2 alrededor de la isla y fue anunciada en octubre del 2010. Mediante el uso de un robot submarino o ROV (remote operated vehicle), se logró grabar las primeras imágenes en alta definición del fondo marino a más de 100 metros de profunidad.

“Esta primera incursión ayudó a convencer sobre la importancia de proteger este lugar ante la opinión pública. Esto muestra que no es indispensable tener un montón de estudios científicos, sino también tener suficientes argumentos ante los tomadores de decisión”, detalla Ghorny. Posteriormente, se realizó una segunda expedición de mayor envergadura junto con la Armada Chilena.

“La idea de este parque es que sea un refugio, una reserva genética, para repoblar lo que ya había desaparecido en Rapa Nui. A través de la protección de montes submarinos se puede asegurar la protección del ecosistema marino en beneficio de las especies. Por ejemplo, estos lugares son un tipo de refugio para proteger a los corales”, indica. “Los corales de profundidad son constructores de hábitats, encima de ellos pueden vivir otras especies como las esponjas y pequeños peces”, añade.

Dorsal de Nasca, la otra cordillera

Los montes submarinos de Salas y Gómez se conectan en su externo nororiental con otra gran cadena, la Dorsal de Nasca, que surca el Pacífico en sentido diagonal hasta incursionar al mar peruano y que hoy en día es una propuesta de reserva nacional. Su declaración permitirá proteger este ecosistema prístino, lugar de tránsito de más de mil especies, casi 400 de ellas registradas en el mar peruano, permitiendo su aprovechamiento sostenible.

En esa línea, el director científico de Oceana Chile, explica que la protección del parque marino no implicó restricciones para las actividades económicas sostenibles que ya se realizaban en la zona antes de su declaración oficial.

“En el sistema chileno los parques marinos protegen tanto la superficie como el fondo, pero si está permitida la pesca artesanal, ya que las comunidades originarias siempre han vivido de la pesca, por lo que se ha respetado el uso que ya hacían de los recursos”, añade.

De igual manera, la actual propuesta peruana no prohibirá la pesca que ya se realiza en la zona como la de la pota, el bacalao de profundidad, el perico, entre otros recursos comerciales.

Esta propuesta protegerá una zona de tránsito y referente para especies migratorias protegidas como la ballena azul y la tortuga dorso de cuero. No solo ello, abrirá las puertas a la investigación científica en la que será la primera reserva exclusivamente marina del Perú, con la aumentaremos la protección del mar peruano de un 0.5% a cerca del 7%, acercándonos al compromiso internacional que tenemos de proteger el 10% de nuestra superficie marina al 2020.