Durables, resistentes y versátiles, los plásticos son el recipiente común para las compras, empaquetar productos, transportar líquidos o elaborar utensilios descartables, pero su uso indiscriminado y la falta de gestión de desechos los han convertido en un problema global. Componen hasta el 95% de la basura marina, que puede ser consumida por aves, peces, mariscos, entre otros seres vivos; muchos de los cuales llegan a nuestras mesas.
Los plásticos de un solo uso, como las bolsas plásticas, cañitas, cubiertos descartables, botellas no retornables; ya tienen restricciones en el mundo, como en México, Colombia, Ecuador, Argentina (tres provincias incluida Buenos Aires) y recientemente en Chile, por citar algunos países de la región. Hoy Perú quiere sumarse a esta tendencia para prevenir y reducir su impacto.
Hasta la fecha se han presentado 10 proyectos de ley en el Congreso, que van desde prohibiciones absolutas a ciertos tipos de plásticos hasta incentivos para implementar buenas prácticas empresariales de gestión de residuos plásticos.
Te presentamos cinco hechos a tomar en cuenta para entender el debate y evaluar las medidas más adecuadas ante la contaminación por plásticos.
1. Mucho más que bolsas plásticas. Varias de las propuestas se centran en estas bolsas, pese a que no es el único tipo de plástico que usamos. Botellas de plástico (y sus tapas), envolturas de snacks como golosinas y galletas, tecnopor, cañitas y cubiertos de plásticos, están en el top 10 de la basura plástica más común en las playas peruanas en los últimos años.
2. No todas las bolsas plásticas son iguales. Hay muchos tipos de bolsas plásticas y no nos referimos a tamaños o colores, sino a su composición. En los proyectos de ley se habla de bolsas de polietileno convencionales que son las más comunes en el mundo, tienen poca vida útil, pero pueden demorar hasta 400 años en degradarse, ya que no tienen ningún aditivo que acelere este proceso.
También se habla de las ya conocidas bolsas biodegradables, que se descomponen mediante la acción de bacterias, transformándose en nutrientes, dióxido de carbono y agua.
Dentro de las biodegradales, se distinguen diferentes tipos entre las que están:
– Las bolsas oxo-biodegradables, estas tienen un aditivo que acelera su degradación al entrar en contacto con el oxígeno (la presencia de luz puede acelerar el proceso pero no es indispensable, pero igual que las convencionales, tardan muchos años en degradarse si no encuentran condiciones ideales para ello.
– Las bolsas compostables necesitan ser tratadas en una planta o relleno sanitario para ser degradadas en menor tiempo, pero muchas veces terminan en la basura común.
3. Las bolsas biodegradables no son la solución. Se ha popularizado su uso en supermercados, pero nunca llegan a descomponerse del todo. De hecho, estas bolsas necesitan condiciones particulares de luz y temperatura para fragmentarse en partes más pequeñas hasta el punto en que pueden ser degradadas por organismos vivos. Sin embargo, esas condiciones no siempre se cumplen y las partículas muy pequeñas, los microplásticos, terminan en el mar o en los ríos.
No es posible reciclarlas, ya que los componentes que se le añaden para degradarlas “contaminan” a las bolsas plásticas convencionales y afecta la producción de nuevo plástico.
Proponer estas bolsas como un reemplazo transmitiría el mensaje errado de que este tipo de bolsas no contaminan y, por lo tanto, no es necesario reducir su uso.
Las bolsas a base de biopolímeros como maíz, yuca, papa, entre otros materiales; si bien generan menos contaminación, utilizan mucho más recursos, agua y energía; y emiten mayor carbono para su producción que una bolsa convencional, por lo que no es sostenible promover su uso como reemplazo a las bolsas convencionales si a la vez no se reduce drásticamente la demanda de bolsas en general.
La solución es un cambio de hábitos para reducir el consumo de plásticos de un solo uso.
4. Reducir el uso de plásticos es posible. Además de la necesaria inversión en educación ambiental, y considerando la urgencia del problema, países alrededor del mundo han tomado medidas.
Así, algunas naciones han optado por prohibir la producción e importación de cierto tipo de bolsas de plástico, como China y Bangladesh. Otros regulan el uso de productos plásticos de un solo uso al nivel del consumidor final, con restricciones a la entrega de bolsas por su tamaño o grosor, como en Sudafrica y Colombia. También se han impuesto restricciones a otros productos de plásticos como envases de tecnopor en el caso de Vanuatu y Haiti.
Una de las alternativas más usadas con buenos resultados es imponer un costo a la entrega de bolsas plásticas al consumidor final. Como en Irlanda, el primer país del mundo en adoptar esta medida en el 2002, dónde se logró reducir el uso de bolsas plásticas en los puntos de venta en 90%, cayendo de un estimado de 328 bolsas per cápita a 21 bolsas per cápita al año.
5. El rol de las empresas. No todo está en manos del consumidor final, las empresas también juegan su parte. Esto es la Responsabilidad Extendida del Productor definida por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) como una política ambiental en la cual la responsabilidad del productor alcanza hasta el momento del post-consumo en el final del ciclo de vida del producto.
No es posible ni deseable prohibir todos los productos plásticos. Un esquema eficiente para lograr la reducción de desechos plásticos requiere el involucramiento de las empresas que producen y distribuyen los productos.
Es necesario que los establecimientos comerciales en los que se distribuyen plásticos de un solo uso adopten medidas para la gestión de sus residuos de plástico.
A su vez, las empresas que producen envases o empacan productos con plástico deberían tener metas para reducir la cantidad de plástico en sus artículos (como ya sucede con las botellas de plástico de algunas marcas de bebida) y para incluir determinados porcentajes de material reciclado en su producción, como es el caso de la Unión Europea.
Todos tenemos que poner de nuestra parte, pues al ritmo que vamos la “marea” de plástico crecerá tanto que en unos 30 años tendremos más plásticos que peces en los océanos, después de todo, ya existen más de 8 millones de toneladas en los mares.