junio 8, 2023
¿Nos hemos olvidado de la importancia de los océanos?
A pesar de su evidente inmensidad, a veces podemos olvidar la trascendencia de los océanos: cubren más del 70% del planeta y son la fuente de vida y el sustento de la humanidad y de todos los demás organismos de la Tierra, porque producen alrededor de la mitad del oxígeno que respiramos, absorben alrededor del 30% del dióxido de carbono producido por los humanos y capturan hasta el 90% del calor extra generado por estas emisiones. Los océanos albergan la mayor parte de la biodiversidad global y son la principal fuente de proteínas para más de mil millones de personas en todo el mundo, según datos de la ONU. Además, se generan alrededor de 400 mil millones de dólares solo en la primera venta de los productos obtenidos de estos hábitats. Para el año 2030, se calcula que podrían haber cerca de 40 millones de trabajos relacionados a los océanos.
Pero esa riqueza se encuentra bajo amenaza. Alrededor del 90% de las grandes especies marítimas de peces están sobreexplotadas y, para el 2016, según las Naciones Unidas, el 70% de los arrecifes de coral de la Tierra se encontraba amenazado: el 20% de ellos destruido sin y esperanza de recuperación, un 24% con riesgo inminente de colapso y un 26% en riesgo por amenazas a largo plazo. Las aguas costeras se están deteriorando debido a la contaminación y el enturbiamiento de las aguas producto de los desechos de la actividad humana. La contaminación por plástico en los océanos se ha multiplicado en las últimas décadas. Los subsidios a la pesca están agotando muchas especies e impidiendo salvar y restaurar la pesca mundial y los empleos asociados a esta. Incluso su riqueza monetaria es afectada: hoy la pesca oceánica genera 50 mil millones de dólares anuales menos de lo que podría.
“Los océanos, además de procesos vitales, del mantenimiento de la vida, de las posibilidades más biológicas y naturales, tiene también una provisión muy grande y diversa de servicios hacia la sociedad”, explica Juan Carlos Sueiro, director de pesquerías de Oceana Perú. “Es un medio de comunicación, de transporte, de comercio internacional, pero también de producción de alimentos. En ese sentido, la protección y el cuidado de los océanos y sus recursos es una de las tareas fundamentales para mantener sanos esos servicios que provee a la sociedad en conjunto”.
El Día Mundial de los Océanos fue instaurado en el 2008 por la Naciones Unidas para crear conciencia sobre estos y promover su conservación y protección para que puedan seguir brindando sus riquezas a esta y a las generaciones futuras. La pregunta más urgente hoy es si es posible restaurar su vitalidad y devolverle la vida que le hemos ido quitando.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible planteados por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo han trazado algunas líneas de acción que nos dan esperanza:
- Prevenir y reducir significativamente la contaminación marina de todo tipo.
- Gestionar y proteger los ecosistemas marinos y adoptar medidas para restaurarlos.
- Minimizar y abordar los efectos de la acidificación de los océanos.
- Reglamentar eficazmente la explotación pesquera y poner fin a la pesca excesiva, la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada y las prácticas pesqueras destructivas.
- Conservar al menos el 10% de las zonas costeras y marinas.
- Prohibir ciertas formas de subvenciones a la pesca que contribuyen a la pesca excesiva.
- Aumentar los conocimientos científicos, desarrollar la capacidad de investigación y transferir tecnología marina.
- Y facilitar el acceso de los pescadores artesanales a los recursos marinos y los mercados y mejorar la conservación y el uso sostenible de los océanos y sus recursos.
Un buen ejemplo es la recientemente aprobada Ley Nº 31749 que reconoce la pesca artesanal para que se instauren políticas públicas orientadas a brindar mejores condiciones de vida a los pescadores e impulsar la preservación y extracción de recursos hidrobiológicos dentro de las cinco millas marítimas.
“Esta ley era absolutamente necesaria, porque ayuda a reducir la presión sobre los recursos de la costa y les permite a los pescadores artesanales selectivos hacer una vida a partir de su actividad dentro de esta franja, sin la interacción con flotas mucho más agresivas”, explica Juan Carlos Riveros, director científico de Oceana Perú. “Pero queda pendiente todavía reducir la contaminación en las primeras millas del mar peruano a través del tratamiento de aguas, la recolección de residuos y un mayor control en las fábricas que producen plásticos”.
Sueiro indica también que, para estar realmente encaminados hacia la protección del océano adyacente a nuestro litoral, el país aún requiere acciones de mayor envergadura como una mejor transparencia e información respecto a la situación de los recursos pesqueros, así como el replanteamiento de todo lo relacionado con los procedimientos de aprobación ambiental para operaciones que implican un cierto riesgo en el mar, como la extracción de petróleo o minería submarina.
Y aunque todo depende en gran medida de políticas de Estado, la acción ciudadana también juega un rol importante. Así vivamos lejos del mar, todo lo que desechemos en nuestro día a día puede llegar a este. Esa bolsa que tiramos al piso puede llegar a un río que finalmente desembocará en el mar; cuando esta se degrade y se convierta en microplásticos será consumida por un pez que la confundirá con alimento; este material se quedará dentro de dicha especie y, más tarde, cuando ese pescado llegue a nuestra mesa, nosotros lo comeremos y terminaremos siendo los afectados. La presencia cada vez mayor de plástico en el mar y en general en el ambiente debería ser una gran preocupación para todos.
Riveros acota que, sumado a los cambios que deben darse en nuestra legislación para proteger nuestros ecosistemas marinos también debe haber una participación ciudadana activa (tanto en las calles como en redes sociales) para hacerle saber a nuestras autoridades aquello que están y no están haciendo bien.
“La construcción de la ciudadanía es el ejercicio de marcar tu posición como ser humano para que las cosas se hagan bien”, explica Juan Carlos Riveros. “Lo que tenemos que hacer es asumir que nos tocó la parte dura del tramo y que tenemos que hacerles frente a las políticas de desarrollo incompatibles con el bienestar y el futuro de nuestros océanos, para darle tiempo a las generaciones futuras a encontrar soluciones”.
Desde Oceana estamos comprometidos a brindar información basada en ciencia que ayude a fomentar leyes que protejan estos importantes ecosistemas.
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