enero 21, 2025
Derrames de petróleo: desastres anunciados y desatendidos
BY: Jesús Cuzcano
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Los derrames de petróleo en el mar peruano evidencian la falta de una estrategia preventiva por parte del Estado y del sector privado. A los daños causados en los ecosistemas se suma la ineficiencia para dar una respuesta rápida a los actores sociales cuyo sustento económico depende de las actividades en el mar, como la pesca y el turismo.
En enero de 2025 se cumplieron tres años del derrame de más de 11 mil barriles de petróleo en el terminal marítimo La Pampilla, administrado por Repsol. Hace poco menos de un mes, en Talara, Petroperú fue responsable de otro vertido de hidrocarburos, cuya magnitud, hasta la fecha (20 de enero) no ha sido oficialmente confirmada. Ambos desastres se suman a una larga lista detallada en el informe de OXFAM “La sombra de los hidrocarburos”. Estos eventos demostraron, una vez más, la escasa capacidad preventiva tanto del sector privado como del Estado y una respuesta ineficiente para remediar los daños causados. Juan Carlos Riveros, director científico de Oceana Perú, explica por qué en nuestro país no se puede afrontar efectivamente los derrames de petróleo en el mar.
¿Cómo se calificaría la respuesta del Estado ante los casos de derrame de petróleo en el mar ocurridos en Ventanilla y Piura?
Las condiciones para que estos accidentes ocurran son las mismas desde hace muchos años. Si no se hacen cambios en varias áreas del sector, van a seguir ocurriendo. Son desastres que pueden prevenirse, pero los actores del sector no tienen la capacidad o voluntad para tomar las medidas preventivas. Mientras no se cambien las políticas públicas, mientras no haya más eficiencia en la fiscalización, seguirán ocurriendo. Al Estado no le importa y la opinión pública lo ve como una cuestión circunstancial.
En el caso de Repsol, ¿qué evidencias existen sobre el estado del mar 3 años después?
Hay estudios del IMARPE que no han sido divulgados públicamente que indican que aún hay zonas con exceso de hidrocarburos y niveles de toxicidad muy altos. Obviamente no se ha retirado el petróleo del mar. El IMARPE también señala que todavía no se recupera la productividad pesquera. Por ejemplo, si antes sacabas 100 ejemplares de una especie, ahora es difícil llegar a 40 o 20, porque el ecosistema necesita tiempo para recuperarse. Además, se han evidenciado peces muy pequeños y con problemas de reproducción, pues está ampliamente documentado que los residuos de petróleo generan infertilidad y malformaciones en los huevos.
El derrame en Talara demostró que no hemos aprendido nada de experiencias pasadas.
Ya han pasado como 3 semanas y hasta ahora no sabemos cuántos barriles fueron. Eventualmente se sigue hablando de 0.93 o 0.94 barriles, lo cual es absolutamente absurdo. Así utilicemos la matemática más asombrosa, jamás lograríamos que 1 barril se extienda por esa superficie de mar, que son casi 2 millones y medio de metros cuadrados. Si el responsable del derrame de petróleo hasta ahora no sabe cuánto es o no lo ha reportado oficialmente, quiere decir que estamos vendiendo petróleo a granel o no tenemos idea. Demuestra una incapacidad para manejar el sistema. Ese es el problema.
¿El Estado tiene una estrategia para atender a la fauna marina afectada por los derrames de petróleo?
SERFOR ha hecho un gran avance porque ha publicado un protocolo de atención que detalla las medidas a tomar, cómo tratar a los animales, cómo transportarlos, el establecimiento de centros de rescate. Más de eso no puede hacer, pues se necesitan recursos para movilizarse con el bote o la camioneta para recoger a los animales afectados. Asimismo, a nivel de los Gobiernos regionales han estado tratando de hacer centros de rescate, en el caso del norte, y contar con un grupo de trabajo especializado con la intención de reducir el daño, pero no ha progresado mucho, también por las limitaciones. Por lo menos SERFOR ya tiene su protocolo y es justo reconocer que el propio Repsol pagó parte de su desarrollo conceptual a través de consultores que contrató para este fin. Esa parte no es que esté resuelta, pero el sistema de atención y respuesta ya existe.
¿Están funcionando las labores de prevención de derrames de petróleo por parte del Estado?
A nivel de prevención, lo que hay es toda una serie de procesos del OSINERGMIN, que consisten en visitar a las operadoras y verificar cuándo se cambió tal equipo, cuándo se hizo mantenimiento o cuándo se hizo la soldadura. Sin embargo, ahí ocurre una serie de problemas, no se le dan las facilidades a los inspectores y no se toma el tiempo debido. O por ejemplo, si es una infraestructura submarina, el inspector no es buzo, tiene que llamar al que sí lo es y así sucesivamente. Nuestras competencias de control y fiscalización preventiva son limitadas. Cuando ocurre un derrame, los responsables van a gastar S/. 200 millones en remediación. Mejor que los inviertan en prevención, invirtiendo S/. 100 millones es seguro que les va a salir más barato.
¿Qué recomendaciones se pueden proponer para una gobernanza medioambiental efectiva que responda mejor a estos desastres?
Primero, entender el contexto de la operación. A pesar de que se hacen los estudios de impacto ambiental, tiene que haber espacios de diálogo para entender las expectativas y preocupaciones de los actores sociales. Las operaciones petroleras no pueden ser islas, no pueden ser enclaves que literalmente no escuchan a sus vecinos o no participan de la lógica de desarrollo local. Es importante por lo menos tener una percepción de la importancia que esas áreas tienen para la gente, ya sea porque ahí pescan o hacen actividades turísticas. Lo segundo es que los planes de contingencia tienen que ser públicos. Debemos tener una cultura de prevención, que va desde evitar el accidente hasta qué hacemos cuando ocurre el accidente. Todo eso sigue siendo muy sectorial. Tiene que haber un sistema de alarma temprana. El pescador se levanta a las 5 a.m., el petróleo salió a las 8 p.m., se va a pescar y regresa con su red llena de petróleo. ¿Por qué no se enteró anoche? Se podía haber hecho un sistema para avisar a las 8 de la noche, llamo al OEFA, automáticamente activo el sistema de comunicación, el municipio perifonea, se informa y a las 10 de la noche todo el mundo ya sabe que mañana no se pesca porque ha habido un accidente. Eso es lo más básico.