febrero 15, 2016
Reserva Nacional de Islas, Islotes y Puntas Guaneras, un tesoro natural anclado al mar
Desde el norte peruano hasta el límite con Tacna. En las rocosas costas del Perú, pingüinos de Humboldt, lobos marinos, nutrias y multitud de aves guaneras, son los habitantes naturales de un litoral bañado por una corriente marina rica en nutrientes que explica su excepcional productividad, fuente de alimento y recursos que han sostenido la economía peruana desde tiempos inmemorables.
Desde el 2009, con la creación de la Reserva Nacional Sistema de Islas, Islotes y Puntas Guaneras (RNSIIPG) se busca conservar la diversidad biológica del ecosistema marino costeros de la corriente de Humboldt. Se trata de un conjunto de 22 islas, islotes y grupos de islas y 11 puntas a lo largo de la costa peruana que cubren más de 140 mil hectáreas.
Empezando por la Isla Lobos de Tierra en Piura y culminando con Punta Coles en Moquegua, pasando por Punta San Juan en Marcona, Ica, este sistema natural posee gran diversidad de vida marina, desde algas microscópicas hasta tiburones y gigantes ballenas jorobadas, con gran atractivo turístico.
Esta reserva es el refugio para una variada fauna que incluye 25 especies de cetáceos como el tonino, el delfín oscuro, el bufeo y el delfín común. También lobos marinos fino o de dos pelos y el lobo chusco o de un pelo, así como la nutria o gato marino y los pingüinos de Humboldt, ambos en peligro.
El guano que cubre las islas y puntas, producido por aves como el guanay, el piquero y pelícano; es rico en minerales. Este recurso sostuvo la economía peruana desde mediados de los años 1800 hasta principios del siglo XX. Estas aves y otras como la Chuita, se alimentan principalmente de la anchoveta, el pequeño pez que constituye la pesquería más grande del mundo y que es la base del ecosistema de Humboldt. La gran riqueza marina de esta corriente se evidencia en cerca de 900 especies de peces marinos, 872 especies de moluscos y 296 de crustáceos.
Sin embargo, este ecosistema es vulnerable por la pesca excesiva, la contaminación marina por el vertido de desechos provenientes de las urbes, embarcaciones y residuos de actividades extractivas, así como por la ocurrencia de eventos como El Niño que -sumado al cambio climático-, altera las condiciones del mar e impacta en la anchoveta, el principal alimento para la vida marina.
Una gran diversidad y productividad a la que estamos acostumbrados y creemos infinita, pero cuya vulnerabilidad ante agentes y condiciones externas es un llamado urgente a pensar en que no basta con tan solo decretar la protección de un área natural, sino que se requieren estrategias para una gestión efectiva que garantice su conservación y la de sus beneficios como la regulación del clima, seguridad alimentaria y el empleo.